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martes, 11 de agosto de 2015

The Road

Anoche por circunstancias que aun no sé explicar me encontraba alicaído, taciturno, tristoncete, y con más calor que la comunión de charmander, lo cual no ayuda más que para poner otro motivo más para la nota de suicidio. Una persona normal, con sus dos dedos de frente se hubiera dormido, pues eran las 2 de la madrugada o, en su defecto ya que el sueño no es una opción, se pone algo que de buen rollo, como Love Actually, y se arrima a su tarrina Haggen Dazs tamaño regimiento… Y descubrir que al final todos encuentran el amor mientras que tu eres un triste gordo insomne grasiento de helado de dulce de leche y que jamás vas a ser ni la mitad de atractante que Colin Firth… ¡Y es por eso que me puse The Road, por supuesto! Una película feliz, divertida, con sus florecitas y sus animalitos silvestres…






¡¡JODER, DIOS, JODER!!

The Road es la adaptación de la aclamadísima novela del también aclamadísimo Cormac McCarthy, nombre bastante frecuente estos últimos años en las votaciones del Nobel de Literatura y cuya obra ha sido adaptada con gran acierto en numerosas ocasiones, siendo, a mi parecer, No es país para viejos la mejor de todas ellas. Al contrario de lo que me gustaría no he leído ni un solo libro de McCarthy, todo lo que se de él es por las películas, así que está en esta reseña no habrá ni una sola comparativa por puro desconocimiento. Solo sé que la obra original es más cruda y con momentos que rozan lo gore, y os aseguro que la adaptación no anda escasa de crudeza ni de esos momentitos que nos tocan el kokoro. Con una estaca.

A mi las rebajas del Corte Ingles no me las jode ni Dios

Esta es la historia de un hombre y su hijo, y su lucha diaria para sobrevivir en un mundo convertido en un infierno de ceniza tras una catástrofe desconocida. En su constante viaje al sur irán buscando alimentos, cobijo, seguridad, evitando a los bandidos y a las grupúsculos que, en la desesperación, ya han recurrido al canibalismo.

La trama es sencilla, es una epopeya en la que vamos descubriendo el devastado mundo postapocaliptico en que malviven nuestros protagonistas. Un mundo gris, apagado, en el que el sol ha sido exiliado por siempre y donde la ceniza y el polvo reinan sobre todas las cosas. Jamás se nos explica que ocurrió, ni falta que hace, ese no es el enfoque. Esta es la historia de un padre y un hijo luchando por sobrevivir, como he dicho antes, una historia muy humana, muy cruda y muy, muy triste.

Los primeros 20 minutos no dejan de ofrecernos información del nuevo y demacrado mundo gracias a las potentes imágenes del padre y el hijo deambulando de aquí y allá, sobreviviendo; y de los personajes, apoyado sobre todo por la narración en off del padre y algún que otro flashback de su vida anterior. Luego de esos gloriosos 20 minutos, el viaje sigue su curso, con sus altos y sus bajos, vemos como nuestros personajes cambian por las circunstancias, otros personajes, no siempre potenciales depredadores, alguna que otra sorpresa inesperada pero, sobre todo, el mensaje que Cormac McCarthy quería transmitirnos: la humanidad. Es sorprendente como en un mundo post-apocaliptico, donde no hay que comer y un encuentro desafortunado puede ser el último respiro que des, alguien se ciña a un código moral, algo así como un trozo de civilización en un mundo de barbarie. Ese es el niño, que actúa durante toda la película como una brújula moral, sin dejar de ser en ningún momento un niño: caprichoso, ingenuo, confiado, como cualquier niño. Partiendo de esa brújula, asistimos a la consecuente degeneración del padre, el que tanto se esforzó en que el chico creciera con nobles ideales y nunca perdiera la esperanza. Todo este proceso degenerativo es plasmado de forma asombrosa por Viggo Mortenssen, que creo que no ha hecho un papelon así en su vida; aunque no he visto Historia de violencia, así que puede que exagere algo.

Ahora estas embarazada de gemelos

Hay algo que, por encima de todo, destacaría, aparte de la tesis: la fotografía. ¿Recordáis aquella reseña que hice en tiempos paleolíticos acerca de El imperio del fuego? Yo tampoco. Después de toda la paliza gitana que le propine dije que, por lo menos, su mundo post-apocaliptico se veía bien. De acuerdo, eso es porque no vi The Road. Os mentí. En The Road la fotografía esta brillantemente implementada para transmitir TODO. Abusa de los tonos grises y ocres, ni siquiera cuando hay luz podríamos decir que se trata de una escena luminosa, todo está ensombrecido por el polvo. Es la misma fotografía usada en No es país para viejos, pero llevada al extremo. Me es imposible imaginar esas atmosferas malsanas con aire western  que Cormac usa como escenario para sus historias sin esos planos saturados de polvo. Es mas, la fotografía me recuerda tanto a la de No es país para viejos que me es imposible no enlazarla con otra historia postapocaliptica, esta vez, de un videojuego: The last of us. Apocalipsis zombie aparte, The last of us The last of us y The Road tratan más o menos el mismo tema: la supervivencia, la pérdida de la humanidad, el uso de un crio como brújula moral… Y es por eso que la banda sonora tan genérica que tiene esta pelicula la hubiera sustituido por completo por los melancólicos acordes de Gustavo Santaolalla, el compositor de Brokeback mountain y The last of us. Le hubiera dado mayor dramatismo a las escenas y no hubiera desentonado con el polvoriento universo de Cormac.

Que no parezca que aquí solo pongo tonterías: mirad que fotografía. Preciosa.



The Road no es una película perfecta, para nada: su guion esta poblado por giros forzados y casualidades, varios momentos dramáticos son excesivamente efectistas y la música no ayuda nada para disimularlos, la figura del niño a veces se impone demasiado y se hace cansino… Pero The Road compensa esos fallos, a mi parecer, lo suficiente como para poder disfrutar de la historia que nos quiere contar, adaptando no la trama, pero si el espíritu de la novela, que invita a la reflexión y ofrece momentos muy duros y emotivos. Aunque no haya leído la novela tengo la total certeza de que es infinitamente mejor que su adaptación, sin desmerecer a esta para nada, como he dicho antes; por eso, os recomendare a ciegas que leáis antes la novela, tal vez la disfrutéis mas. Por mi parte, yo ya sé que libro leer…

HAHAHAAHAHAHAHAHAHAHA

martes, 4 de agosto de 2015

Edgar Rice Burroghs - Una princesa de Marte

Autor: Edgar Rice Burroughs
Titulo: A Princess of Mars
Idioma original: Ingles
Publicación: 1917
Edición: Pulp Collection
Recomendación: 5/10






A principios de siglo XX, alla por los años 20 y 30, el clásico folletín por entregas que vieron nacer algunas de las grandes obras decimonónicas que han marcado la literatura popular de mas de un país, y no solo popular, incluso libros actualmente ensalzados por la crítica, convertidos en clásicos de la literatura universal como Dickens o Dumas, grandes maestros, el primero en la critica social y la aventura de capa y espada, el segundo; el clásico folletín, como digo, evoluciono en América para dar paso a las revistas pulp, un formato marginal en que los mal-llamados entonces –y ahora- géneros menores como la ciencia-ficción, el terror, la espada y brujería, novela negra y erótica tenían su lugar y su público. Y, al igual que ocurrió con el folletín, varios de los autores de antaño se convirtieron en clásicos en esos géneros y referentes que marcarían a autores posteriores mejor reconocidos. H.P Lovecraft (debería de reseñar algo de el de una puta vez), Robert E. Howard, Philip K. Dick, Ray Bradbury y, por supuesto, el gran Edgar Rice Burroughs.

Lo sé, así de primeras a nadie le suena su nombre. Pero si os digo que este tío fue el que escribió Tarzan la cosa ya cambia, ¿eh? El bueno de Edgar era un monstruo en su época, todo lo que hacía era oro, por lo que su producción es prácticamente inabarcable: Tarzan, John Carter, los piratas de Venus, Pelluzidar. Burroughs era sinónimo de calidad, de emocionantes aventuras y universos únicos poblados por pintorescas y variadas civilizaciones y aun más pintorescos personajes, sobre todo en sus obras de proto-ciencia ficción que tanto marcarian a los escritores de ciencia ficción pura, pues los mundos fantasía de Burroghs eran mas escenarios en que desarrollar las peripecias del héroe de turno que otra cosa. Podríamos decir que Tarzan es su obra más emblemática, al igual que Conan el barbaro es la obra cumbre de Robert E. Howard; sin embargo, todo Conan tiene su Solomon Kane, y todo Tarzan tiene su John Carter. Mucho mas ahora, tras una película de Disney que muy injustamente fue olvidada por critica y publico, a mi parecer. Han pasado casi 100 años de su publicación y la pregunta es… ¿Se mantiene?

Mirad no... No lo hace.
Una princesa de Marte es la primera de las nueve novelas que componen la serie marciana, una saga de aventuras y hazañas enmarcadas en el subsubSUBgenero de espada y planeta (esto es… darse de palos a lo Tolkien pero en Marte, Nibiru o Tatooine) cuyo protagonista es John Carter. En esta primera entrega se nos cuenta como John Carter, veterano sureño de la guerra civil y, ahora, buscador de oro, llega a Marte trasladando su mente (… mirad, eso en la época era bastante habitual), donde gracias a la menor fuerza gravitatoria del planeta posee una fuerza y agilidad muy superiores a la humana. Valiéndose de estos recién adquiridos poderes, Carter se hace un nombre entre los nativos marcianos. Un día, conoce a una prisionera, la princesa Dejah Thoris, de Elium, de la que queda perdidamente enamorado y promete ayudarla en las numerosas luchas que asolan al moribundo planeta. Ese sería un resumen grosso modo de la historia; bueno, de esta y la de los sucesivos libros.

Así yo también creo en el amor a primera vista
La novela es un pulp de manual: lenguaje excesivamente simple, historia lineal y carente de importancia cuyo única misión es que el prota se lié a palos contra todo lo que camine. Nuestro héroe es lo que en el gremio de los guiones se llama un Gary Stu: esto es, un personaje perfecto, fuerte, inteligente, guapo, caballeroso, valiente, que sale siempre de todos los problemas y al final se tira a la reina del baile. Carece de personalidad más allá de la del prototípico héroe. Lo mismo ocurre con Dejah, que si bien al principio es orgullosa por su linaje real y se muestra como un personaje fuerte no tarda mucho en sucumbir y convertirse en el interés romántico y queda relegada a ese segundo plano de princesa en apuros a la que el machote de turno salva. Ni pienso hablar de la historia de amor porque es ridícula. Los demás personajes podríamos decir que son los que están mejor construidos, sobre todo los marcianos verdes con los que convive Carter en el primer tercio de la novela, que podríamos decir que si tienen un esbozo de algo que podríamos llamar personalidad. Aunque claro, esto es un pulp, esbozar una personalidad no es desarrollo de personajes, son cuatro líneas de exposición puntuales o una cualidad representativa llevada al extremo; quiero decir, si el personaje (Solah, por ejemplo) pertenece a una raza sanguinaria y belicosa pero es cariñosa y dulce, no puede pasar ocasión en que no lo menciones, venga o no a cuento. Pero criticar la historia y el desarrollo de personajes en un pulp de hace cien años es tirarse piedras al propio tejado, en esa época el género se movía con esos clichés y hay que juzgarlos con una perspectiva distinta. Cabrearse porque es la clásica historia de princesa que debe ser salvada y esto ahora es muy machista y blah blah BLAAAAAH es una chorrada. Ademas, lo único verdaderamente importante en su época era la acción y que fuera entretenido, al igual que ahora.
Esto es un Thark gustandose demasiado
Si hay algo que si hizo bien Burroughs, que es lo que me fascina de esta saga, es el universo tan rico y único que crea. El Marte de Burroughs es un Marte agonizante, antaño cubierto por océanos de los que ahora solo quedan los canales que surcan la desértica superficie del planeta como recuerdo de esa época casi edénica. Los habitantes del planeta hubieron de adaptarse a tan adversas condiciones, combaten constantemente por los recursos y están constantemente envueltos en guerras. Algo así como Mad Max, pero sin el mundo postapunkaliptico. Los marcianos más característicos son los Tharks, esbeltos y gigantescos marcianos verdes de cuatro brazos y grandes colmillos en la barbilla que viven en una sociedad guerrera comunal en la que solo los más fuertes sobreviven. Con ellos pasa John Carter la mayor parte de la trama, por lo que es la sociedad que mejor conocemos y la que, para mí, tiene más matices. Las otras dos sociedades, Zodanga y Elium, los hombres rojos, viven en ciudades estados y son las que tienen la totalidad de la tecnología marciana: naves de combate que surcan el cielo impulsadas por energía solar, rayos laser, maquinas para crear atmosfera. Pese a todo, la tecnología por desgracia se ve poco, pues prima sobre todo el uso de la espada y otras armas blancas tradicionales en los combates, que son más vistosas y divertidos pero encorsetan un poco el conjunto. La fauna marciana también merece una mención especial, pues también es de lo mejor del libro por la imaginación que desborda cada diseño, desde las monturas que usan las Tharks, pasando por Woola, el sabueso mitad sapo-mitad perro que corre como Sonic dopado, hasta los característicos monos blancos, gorilas gigantes albinos de cuatro brazos. Lo de los cuatro brazos es el rasgo identificable de la vida marciana.  

La fauna preciosa. Para ir de excursión
En conjunto, Una princesa de Marte me parece muy hija de su tiempo, con todos los clichés del género que ella misma comenzó a forjar. Tiene cien años y está muy anticuada, no creo que pueda soportar el buenismo y lo politicamente correcto de nuestro siglo XXI. Ni siquiera se le perdona a Tolkien el ser racista,  esta que es menos conocida va a ser tratada con mas dureza.  Pero es que, como digo, esta anticuada, y este tipo de obras populares, creadas para un público determinado, pocas veces se vuelven historias atemporales y por ello hay que juzgarlas, como he dicho, conociendo el contexto. Sin embargo, obviando historia, personajes y clichés, la novela desborda creatividad y aventura, yo no me aburrí leyéndola, no dejan de pasar cosas, los duelos son frenéticos y muy divertidos y el universo es maravilloso, fascinante; por algo fue un referente para muchos otros autores. Sinceramente, el libro no esta muy bien, pero tampoco es infame, yo me quedo con la película, que moderniza algo la historia y conserva todo lo bueno del universo con algún que otro añadido de otros libros bastante interesante.

John Carter también es un poco team Jacob

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