Titulo: A Princess of Mars
Idioma original: Ingles
Publicación: 1917
Edición: Pulp Collection
Recomendación: 5/10
A principios de siglo XX, alla
por los años 20 y 30, el clásico folletín por entregas que vieron nacer algunas
de las grandes obras decimonónicas que han marcado la literatura popular de mas
de un país, y no solo popular, incluso libros actualmente ensalzados por la crítica,
convertidos en clásicos de la literatura universal como Dickens o Dumas,
grandes maestros, el primero en la critica social y la aventura de capa y
espada, el segundo; el clásico folletín, como digo, evoluciono en América para
dar paso a las revistas pulp, un formato marginal en que los mal-llamados
entonces –y ahora- géneros menores como la ciencia-ficción, el terror, la
espada y brujería, novela negra y erótica tenían su lugar y su público. Y, al
igual que ocurrió con el folletín, varios de los autores de antaño se convirtieron
en clásicos en esos géneros y referentes que marcarían a autores posteriores mejor reconocidos. H.P Lovecraft (debería de reseñar algo de el de una puta vez),
Robert E. Howard, Philip K. Dick, Ray Bradbury y, por supuesto, el gran Edgar
Rice Burroughs.
Lo sé, así de primeras a nadie le
suena su nombre. Pero si os digo que este tío fue el que escribió Tarzan la
cosa ya cambia, ¿eh? El bueno de Edgar era un monstruo en su época, todo lo que
hacía era oro, por lo que su producción es prácticamente inabarcable: Tarzan,
John Carter, los piratas de Venus, Pelluzidar. Burroughs era sinónimo de
calidad, de emocionantes aventuras y universos únicos poblados por pintorescas
y variadas civilizaciones y aun más pintorescos personajes, sobre todo en sus
obras de proto-ciencia ficción que tanto marcarian a los escritores de ciencia ficción pura, pues los mundos fantasía de Burroghs eran mas escenarios en que desarrollar las peripecias del héroe de turno que otra cosa. Podríamos
decir que Tarzan es su obra más emblemática, al igual que Conan el barbaro es
la obra cumbre de Robert E. Howard; sin embargo, todo Conan tiene su Solomon Kane, y todo Tarzan tiene su John Carter. Mucho mas ahora, tras una película de
Disney que muy injustamente fue olvidada por critica y publico, a mi parecer. Han
pasado casi 100 años de su publicación y la pregunta es… ¿Se mantiene?
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Mirad no... No lo hace. |
Una princesa de Marte es la primera de
las nueve novelas que componen la serie marciana, una saga de aventuras y
hazañas enmarcadas en el subsubSUBgenero de espada y planeta (esto es… darse de
palos a lo Tolkien pero en Marte, Nibiru o Tatooine) cuyo protagonista es John
Carter. En esta primera entrega se nos cuenta como John Carter, veterano sureño
de la guerra civil y, ahora, buscador de oro, llega a Marte trasladando su
mente (… mirad, eso en la época era bastante habitual), donde gracias a la
menor fuerza gravitatoria del planeta posee una fuerza y agilidad muy superiores a la humana. Valiéndose de estos recién adquiridos poderes, Carter se hace un
nombre entre los nativos marcianos. Un día, conoce a una prisionera, la
princesa Dejah Thoris, de Elium, de la que queda perdidamente enamorado y
promete ayudarla en las numerosas luchas que asolan al moribundo planeta. Ese sería
un resumen grosso modo de la historia; bueno, de esta y la de los sucesivos
libros.
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Así yo también creo en el amor a primera vista |
La novela es un
pulp de manual: lenguaje excesivamente simple, historia lineal y carente de
importancia cuyo única misión es que el prota se lié a palos contra todo lo que
camine. Nuestro héroe es lo que en el gremio de los guiones se llama un Gary
Stu: esto es, un personaje perfecto, fuerte, inteligente, guapo, caballeroso,
valiente, que sale siempre de todos los problemas y al final se tira a la reina
del baile. Carece de personalidad más allá de la del prototípico héroe. Lo
mismo ocurre con Dejah, que si bien al principio es orgullosa por su linaje
real y se muestra como un personaje fuerte no tarda mucho en sucumbir y convertirse en el interés
romántico y queda relegada a ese segundo plano de princesa en apuros a la que
el machote de turno salva. Ni pienso hablar de la historia de amor porque es ridícula.
Los demás personajes podríamos decir que son los que están mejor construidos,
sobre todo los marcianos verdes con los que convive Carter en el primer tercio
de la novela, que podríamos decir que si tienen un esbozo de algo que podríamos
llamar personalidad. Aunque claro, esto es un pulp, esbozar una personalidad no
es desarrollo de personajes, son cuatro líneas de exposición puntuales o una
cualidad representativa llevada al extremo; quiero decir, si el personaje
(Solah, por ejemplo) pertenece a una raza sanguinaria y belicosa pero es cariñosa y dulce,
no puede pasar ocasión en que no lo menciones, venga o no a cuento. Pero
criticar la historia y el desarrollo de personajes en un pulp de hace cien años
es tirarse piedras al propio tejado, en esa época el género se movía con esos clichés y hay que juzgarlos con una perspectiva distinta. Cabrearse porque es la clásica historia de princesa que debe ser salvada y esto ahora es muy machista y blah blah BLAAAAAH es una chorrada. Ademas, lo único verdaderamente importante en su época era la acción y que fuera entretenido, al igual que ahora.
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Esto es un Thark gustandose demasiado |
Si hay algo que
si hizo bien Burroughs, que es lo que me fascina de esta saga, es el universo
tan rico y único que crea. El Marte de Burroughs es un Marte agonizante, antaño
cubierto por océanos de los que ahora solo quedan los canales que surcan la desértica
superficie del planeta como recuerdo de esa época casi edénica. Los habitantes
del planeta hubieron de adaptarse a tan adversas condiciones, combaten
constantemente por los recursos y están constantemente envueltos en guerras. Algo así como Mad Max, pero sin el mundo postapunkaliptico. Los marcianos más característicos son los Tharks, esbeltos y gigantescos
marcianos verdes de cuatro brazos y grandes colmillos en la barbilla que viven
en una sociedad guerrera comunal en la que solo los más fuertes sobreviven. Con
ellos pasa John Carter la mayor parte de la trama, por lo que es la sociedad
que mejor conocemos y la que, para mí, tiene más matices. Las otras dos
sociedades, Zodanga y Elium, los hombres rojos, viven en ciudades estados y son
las que tienen la totalidad de la tecnología marciana: naves de combate que
surcan el cielo impulsadas por energía solar, rayos laser, maquinas para crear
atmosfera. Pese a todo, la tecnología por desgracia se ve poco, pues prima
sobre todo el uso de la espada y otras armas blancas tradicionales en los combates, que son más
vistosas y divertidos pero encorsetan un poco el conjunto. La fauna marciana también
merece una mención especial, pues también es de lo mejor del libro por la imaginación
que desborda cada diseño, desde las monturas que usan las Tharks, pasando por
Woola, el sabueso mitad sapo-mitad perro que corre como Sonic dopado, hasta los
característicos monos blancos, gorilas gigantes albinos de cuatro brazos. Lo de
los cuatro brazos es el rasgo identificable de la vida marciana.
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La fauna preciosa. Para ir de excursión |