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lunes, 16 de febrero de 2015

Jules Verne: Viaje al centro de la Tierra


He aquí otra obra del celeberrimo escritor de aventuras y proto-ciencia ficcion, y tocayo mio, Julio Verne. Esta novela en particular toca fibras muy sensibles dentro de mi. La leí muy pequeño, en una época en la que era un chaval obsesionado con dinosaurios y otras criaturas prehistóricas, fase de la que aun no me he desprendido pero he sabido mantener en una decorosa mesura. Pueden imaginar el impacto que causo en mi esta lectura, que cada año releo con los mismos ojos infantiles y viviendo cada capitulo con el mismo entusiasmo de la primera vez, e incluso con mas, por el valor nostálgico añadido. Esta obra, junto con el Mundo perdido de Arthur Conan Doyle, fueron las que marcaron mi amor por la lectura en mi corazón con un hierro al rojo vivo. Pero dejemos de recrearnos en mis moñadas, centrémonos en el Julio protagonista.

La historia que encierra esta novela es archiconocida por todos, ya sea por películas buenas, películas infames (boca trapecio, si, me refiero a ti), y multitud de guiños que ya han pasado a la cultura popular. Tras descifrar un antiguo manuscrito islandes, el profesor alemán Otto Lidenbrook emprendera un viaje junto a su sobrino, Axel, y un guía local, Hans, a las profundidades de la Tierra, donde el mundo ha evolucionado aislada del tiempo como el ultimo reducto de la fauna y flora antediluviana.


El argumento, como podéis apreciar, es el cenit de la imaginación humana, sobretodo para la época, que le perdona todas las exageraciones de la premisa. O nuestro amigo Julio tenia una creatividad casi infinita, o tenia acceso a tripis de todos los colores del arco iris. El centro de la Tierra es un terrario con la fauna mas impresionante que se podía concebir con los conocimientos paleontologicos de la época. Por el desfilan Mamuts, reptiles marinos gigantes, dinosaurios(o lo que en esa época se pensaba que era un dinosaurio), e incluso criaturas mas cercanas a nosotros que nadie esperaría encontrar.

La inspiración de Verne

La aventura esta muy a la par de la premisa. Todo se desarrolla trepidantemente, raudo, desde el descubrimiento y resolución del manuscrito, que recuerda mucho al enigma codificado del relato de Poe, el Escarabajo de oro; hasta al angustioso descenso por el Snæfellsjökull (dilo borracho tres veces y despiertas al hermano satánico de Beetlechus); el descubrimiento de las primeras criaturas y los enfrentamientos con estas, y la gran evasión para salir del gigantesco mundo primitivo. Hay ciertas pausas, que forman parte del personal estilo de Verne, en las que nos arroja datos científicos sobre lo que nuestros héroes ven o van a ver, o esperan ver; pero, ha diferencia de muchos otros libros donde estas pausas rompen la acción y el ritmo, aquí se hacen muy interesantes, casi podría decirse que amenas si no fueran porque cortan realmente todo el ritmo narrativo.

Son muy simpáticas las ilustraciones decimononicas de monstruos prehistóricos, actualmente son hasta monos

Los personajes, al contrario que en otras novelas, no son cascarones genéricos que maneja Verne a su antojo para arrojarnos indigestos datos didácticos o descripciones de maquinaria steampunk, aquí, están definidos y ademas resultan verdaderamente simpáticos. Otto Lidenbrook es un vejete excéntrico, ambicioso y gruñón similar al profesor Challenger, pero algo mas relajado que el Neanderthal de Doyle. Este se ha propuesto alcanzar su meta, y bendito del pobre bicho que se interponga en su camino. Axel, el sobrino, viene a ser un avatar de nosotros como lectores, un joven que se adentra junto a su tío, con el que no se lleva particularmente bien, para terminar conociéndose mejor y estrechando los lazos que su carácter irascible ha impedido formar desde hace años. Finalmente, tenemos a Hans, un vikingo en toda regla que consigue salvar a nuestros héroes de mas de un peligro sin necesidad de decir "esta Mjolnir es mio".

Las ilustraciones de los textos vernianos no tienen desperdicio

A veces me sorprende lo buena que esta novela, cada elemento que contiene, su trama, su desarrollo, sus personajes, su estilo, son buenos por separado, pero en conjunto, son perfectos. y esta novela, para mi, refleja una perfección lo que Julio Verne fue incapaz de conseguir en toda su extensa producción. Eso si, dicho esto sin desmerecer otras aventuras maravillosas como La vuelta al mundo en ochenta días o Miguel Strogoff.

Esto es un cáncer. Verne se revuelve en su tumba
Espero que sufras lo indecible en la Battle Royale de Disney... ¡Cara trapecio!

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