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viernes, 6 de febrero de 2015

Arturo Perez-Reverte: Cabo Trafalgar

Amo a Arturo Perez-Reverte. Amo su prosa directa, sin florituras, dura y sin paliativos, como un puñetazo en la boca del estomago. Amo su mordacidad y agrio sentido del humor que desprende en sus columnas periodísticas y que a veces deslizan sus personajes soterradamente. Amo sus tramas misteriosas, que dejan en ridículo a cualquier best-seller danbrownesco del monton. Amo al Perez-Reverte del Club Dumas y el Maestro de esgrima, y digo todo esto sin vergüenza de ningún tipo: considero a Perez-Reverte un excelentisimo escritor, critico y creador...
Y sin embargo odio sobremanera toda su producción actual. La Piel del tambor me pareció un thrillerucho, la Carta esferica un mal chiste, y el Asedio... corramos un tupido velo sobre esa novela.

Cabo Trafalgar viene a ser, dentro de la producción de Perez-Reverte, una novela menor, un relato marinero centrado en la batalla naval que enfrento al ejercito español y francés contra el ejercito ingles en 1805. Y esta obra naval, en concreto, comete el mismo pecado que Julio Verne o Patrick O'Brian en Master and Commander (y lo escribo en ingles porque pronunciarlo bombea testosterona por cada capilar de mi cuerpo), y es el de empapar todo con jerga marinera tan rebuscada y tan detallista que abruma al lector. Se que este recurso es necesario para situar a los personajes en el barco, lugar donde se realiza la totalidad de la acción; conocer sus maniobras es importante para saber como se desarrolla la batalla y orientarse minimamente, e incluso el libro incluye al principio un mapa de un barco con todas sus partes; pero esto no deja de hacer la lectura tediosa y cuesta arriba. Hubo momentos mientras leía, que pensé en hacer un juego de beber: cada vez que se dijera jarcia, cabestrante o estai, lingotazo. Conforme avanzaba en la lectura me di cuenta de que el coma me mataría en la pagina 20. Y es que, ademas, hacer que tus marineros hablen como macarras de bareta no ayuda para nada a meterse en la historia. A muchos de ellos solo les falta llamarse el Richy o el Joshua para ser los canis de mi barrio.

Sin embargo, ignorando esto, tenemos una obra corta y medianamente ágil; los tramos de batalla se hacen especialmente intensos, hasta el punto de sumergirte en plena batalla y sentir que una esquirla te puede arrancar un brazo en cualquier momento. Es en estos momentos donde Perez-Reverte se desenvuelve increíblemente bien, haciendo participe al lector del frenetismo y la confusión de una batalla naval. Cuando finalmente acaba la novela y todo vuelve a la calma, el lector por fin puede soltar todo el aire contenido y relajarse.

El autor

Sinceramente, no recomendaría esta novela a nadie que no este ya medianamente familiarizado con novelas de alta mar del estilo Patrick O'Brian, y muchísimo menos se lo recomendaría a nadie que no tenga la suficiente paciencia como para irse paginas atrás y buscar en que parte del barco se encuentra tal aparejo o cual vela. Si esto no se te hace cuesta arriba, tendrás una buena novela de aventuras, que seguramente disfrutes incluso mas que yo. Por mi parte, no pienso leerla, y sigo esperando, en mi inocencia, el regreso del antiguo Perez-Reverte.
Aunque bueno, siempre nos quedaran sus artículos.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Alberto Moravia: El Desprecio

Esta es, sin lugar a dudas, de las novelas mas angustiosas que he tenido la desgracia de leer. Es cruda, es cruel, se recrea en el dolor; y lo peor de todo, no muestra absolutamente nada que produzca estos sentimientos. La novela es una tortura emocional, de principio a fin. Pero ciñámonos a la sinopsis.
La historia trata de la vida de una pareja de recién casados para lo que todo es felicidad, amor, cariño, y diabetes, mucha diabetes. El marido, con frustradas ambiciones literarias, trabaja como guionista, y la mujer como ama de una casa monisima recién estrenada. Un día, algo rompe esta monótona felicidad, y aquí es donde comienza El desprecio, una espiral de odio que se enreda mas y mas, ahogando al lector casi tanto como al protagonista. Junto a el, tratamos de encontrar una respuesta al porque de este odio, ¿porque de un día la persona a las que mas amaba y de la que creía era amado de repente lo desprecia?, ¿Como acabo?, ¿Que hice mal?, y multitud de ¿y si hubiera...? a cada cual mas angustioso.


Este tiroteo de preguntas es la mayor tortura a la que se somete al lector, haciéndole participe de la novela, haciéndole vivir la pesadilla que es el no saber. Y sin embargo, esta trama prometedora y esta atmósfera opresiva se resuelve en un final tan forzado, tan innecesario, que me impide catalogarla de perfecta.
Aun así, El Desprecio es una lectura muy aconsejable, excepto para los enamorado... ese mejor que ni se acerque a este libro, y si lo hace mas vale que esconda cualquier objeto filoso de su cuarto. Este libro podría matar mas gente que las penas del joven Werther y el Asesinato visto como una de las bellas artes juntos.

El autor, con la pose de escritor intenso



Par Lagerkvist: el enano

Ojala pudiera encontrar los otros títulos
Últimamente he pasado de no conocer ni un solo escritor sueco a leerme dos autores casi seguidos, y para colmo dos premios Nobel, lo mas granado de Escandinavia ¡Pardiez!. Los suecos tienen una forma muy particular de contar historias, y no se si es casualidad, pero ambas obras tienen tintes muy pesimistas y macabros. Si bien El carretero de la muerte era un drama del mas allá, la fascinación por la muerte que encontramos en el Enano de Lagerkvist viene del carácter mas sombrío del ser humano. Esto se debe, en parte, a que la obra de Lagerkvist suele estar cargada de pesimismo, y sus temas esenciales oscilan entre "el hombre es un lobo para el hombre", la maldad innata, la religión, la muerte y la angustia existencial. Para llevarse de copas al hombre, vamos.

La historia nos traslada al renacimiento italiano donde nuestro protagonista, un enano anónimo, es el sirviente y confidente de su señor. Toda la novela esta narrada en forma de diario, contándonos las típicas intrigas  de una corte italiana de la época y como las ve él a través de su distorsionada y cínica mirada. Ante sus ojos se nos ofrecen oscuros retratos de la familia real, sus vasallos directos, el clero, los artistas, el pueblo llano, y la guerra, por la que muy pronto nuestro protagonista se sentirá atraído.

El alma de la fiesta

La mayor parte del relato lo construyen reflexiones del protagonista acerca de temas de cierta abstracción y profundidad intelectual, tales como el amor, la moral, la fe, la hipocresía, la identidad. Y en todas ellas su posición sera cínica, escéptica y cruel; pues nuestro protagonista no es ni de lejos lo que se dice un angelito. Escudándose en la inteligencia innata que su condición de enano le confiere, juzga a las personas con una crueldad y un desprecio insoportable, casi podría decirse que es la encarnación de toda la maldad del hombre en un cuerpo diminuto o, siguiendo las reflexiones del autor, una sórdida representación de la naturaleza del hombre tal cual es, desprovisto de su moral hipócrita .

¡Mucho ojo! Que nadie se piense que este enano cínico se parece a otro famoso enano cínico porque, os seré muy francos, Tyrion es un angelito en comparación a este monstruo. Si tuviera que compararlo y salvando mucho las distancias seria con Hop-Frog, el enano de Edgar Allan Poe.  Solo diré que el libro empieza con el diciendo que a estrangulado al otro enano que vivía con el porque le molestaba su voz. Estoy seguro que el morbo de esta escena a hecho que a muchos se le arquee una ceja de curiosidad. No es para menos, puesto que es una obra muy recomendable para los pesimistas o aquellos que dejaron de tener fe en la humanidad desde hace mucho. Si bien las constantes meditaciones monotematicas del protagonista pueden llegar a hacerse repetitivas, la novela es muy corta, y están ocurriendo constantemente cosas en la corte que merecen un comentario por parte de nuestro enano. Sin embargo, os aviso, el personaje del enano es despreciable en todos los aspectos, empatizar con el es fútil o, directamente, sociopatas. Dicho esto, y como hice también con la novelita de Selma Lagerlof, recomiendo encarecidamente su lectura; los suecos tienen una literatura única que debe darse a conocer.

martes, 3 de febrero de 2015

Emilia Pardo Bazan: La Sirena Negra

Portada del libro, muy impresionista
Creo que no me equivoco al afirmar que todos hemos estudiado en la ESO y bachillerato a Emilia Pardo Bazan; cuando hablábamos de naturalismo, nuestra mente (si aun recuerda algo de esa odiada asignatura) se desplaza a Clarin y su regenta, a Vicente Blasco Ibañez y sus magnificas obras ambientadas en las campiñas de mi levante natal, y a Doña Emilia, los pazos de Ulloa y otros cuadros de la sociedad gallega. Confieso que comencé a leer clásicos españoles muy recientemente, pues cuando estudiábamos en el instituto las obras realistas y naturalistas de la narrativa española, no me sentía muy atraído (ni yo, ni nadie, vamos) por esas tramas dramáticas, tan de la vida diaria, sin la aventura ni la emoción de otros autores como Verne, Stevenson, o Conan Doyle. Tras el éxito que tuve con Blasco Ibañez, lo quise intentar con Emilia Pardo Bazan, pero no lo hice con su obra cumbre, los pazos de Ulloa (demasiado mainstream para mi cuerpesito), si no con esta novela corta. 



La Sirena Negra nos cuenta la historia de un dandy español con una filosofía de vida muy de fin de siecle: poeta de la vida, pesimista, cínico, desligado de la sociedad y muy poco convencional. Su obsesión con la muerte le lleva a conocer a una joven madre tísica de la que, a su muerte, se convierte en el padre de su hijo, al que querrá como si fuera suyo en recuerdo de su madre y para demostrar el triunfo de todos sus ideales. 


La temática de esta novela la alejan bastante del naturalismo borrico que manejaba en los pazos de Ulloa y, como ella, la mayoría de sus contemporáneos. Aquí vemos un acercamiento, tímido, hacia el simbolismo y modernismo. Como he dicho antes, nuestro narrador es una clásica figura simbolista, y salpica su narración constantemente de reflexiones y meditaciones sobre la muerte y su llamada (la sirena negra), de la estrechez de miras de la sociedad española, del espiritismo, auras, fantasmas y el arte. El estilo es un delicia, Emilia Pardo Bazan maneja el lenguaje que da puro placer leerla, saltar las paginas y dejarse llevar completamente, aunque a veces se nos escapen alguna que otra reflexión. Sin embargo, la trama no da para tanto, mejor dicho, la trama no da para casi nada. Las meditaciones constantes ayudan, pero terminan cansando en cierto punto de la novela, y para cuando ya llega el conflicto y la acción, la autora nos ha perdido en divagaciones y divagaciones. En ese aspecto me recuerda a Henry James, salvando las diferencias estilisticas, que este, para un servidor, son infumables, en cuyas tramas la acción gira en torno a reflexiones en una historia con mínima acción. 


No me arrepiento en haber leído este libro, me ha descubierto a una autora fantástica y un lado suyo desconocido que destaca de entre toda su producción. Si te gusta la literatura hispánica de finales de siglo, la disfrutaras, pero sobre todo, si disfrutas de manifiestos decadentistas a lo Hyusmans, te gustara aun mas.

lunes, 2 de febrero de 2015

Patrick O'Brian: Capitan de Mar y Guerra

Portada del libro en español
He de confesar que de pequeño sentía una gran fascinación por los barcos, las expediciones náuticas y las batallas navales: desde el descubrimiento de América por Colon y otros paisanos sedientos de riquezas y aventuras, pasando por las empresas científicas de Cook o Darwin, hasta los grandes combates entre fragatas y navíos a cañonazo limpio de los que está tan salpicada la historia de España. Era inevitable, pues, que desde muy pequeño empezara a leer las aventuras marineras de Verne, Stevenson y Perez-Reverte; como también era inevitable que viese embelesado, y ya no tan pequeño, la impresionante Master and Commander, en la que se narra una de las muchas aventuras del capitán Aubray (interpretado por un magnifico Russell Crowe) y el cirujano Maturin (interpretado por el cariacontecido pero siempre brillante Paul Bettany). Este libro, en concreto, en su versión original se llama Master and Commander, pero no es la misma aventura que nos narra la película. Es la primera de todas.


Capitán de Mar y Guerra arranca con el encuentro de nuestros dos héroes, Jack Aubrey y Stephen Maturin, que aunque al principio tengan sentimientos encontrados el uno por el otro, se convertirán en amigos inseparables. Así mismo, asistimos al ascenso de Jack, que se convierte en capitán de fragata y toma posesión de una pequeña goleta. La trama principal es una sucesión de batallas, combates, pillajes y hostigamientos en los que Aubrey saldrá vencedor gracias a su pericia marinera, o a su flor en el culo (que no le llaman Jack el afortunado porque suene guay). Conforme la historia avanza, iremos conociendo no solo las múltiples batallas, también conoceremos a los numerosos miembros de la tripulación, y otros personajes, con los que las relaciones no siempre serán fáciles.

In the Navy¡ Nanananana... me callo.

El estilo que maneja Patrick O'Brian es detallista y puntilloso, y esto se nota en las largas e interminables descripciones de los aparejos del barco, como funcionan, como se mueven, y, sobretodo, como se rompen. Son precisamente estas descripciones las que hará que ames o odies el libro, dependiendo de lo mucho que te interesen -o soportes- los múltiples palos de un bergantín, o las ganas que tengas de ver ingleses dándose de palos con tropas napoleonicas; en mi caso, me inclinaba mas a lo segundo. Un merito del autor es el desarrollo de personajes, sobre todo el de su pareja protagonista, Aubrey-Maturin, cuya amistad se presenta sincera, creíble y muy genuina: se pelean, se apoyan, discrepan, se lanzan sus puyitas, pero siempre con una camaradería y un savoir-etre muy del XIX. El ritmo es algo irregular, teniendo momentos de excesiva calma, a enfrentamientos tan seguidos, que podemos pasar unas 20 paginas en cinco minutos con la expresión de un continuo "Wuoh" (como Keanu Reeves en Matrix).

Jack Aubrey va a comerse a todo el ejercito francés el solo

Como conclusión decir que esta es la primera de 20 novelas. Si eres un lector que disfruta de las aventuras en el mar clásicas, como Conrad o London, esta novela te va a encantar. Requiere de la suficiente paciencia para abordar indigestas cantidades de descripciones de palos, nudos y partes de barco, pero el premio es una aventura placentera, con unos personajes simpáticos y creíbles, y unas batallas de un realismo y un detalle que no desmerecen a la película, la cual, por supuesto, recomiendo tan encarecidamente como este libro.

Como que Capitán de Mar... !Master and Commander¡ ¡Coño!


domingo, 1 de febrero de 2015

Steampunk. Un vistazo al pasado con los ojos de un soñador


Creo que en mi reseña de Canticos de la lejana tierra comente muy someramente que el género de la ciencia ficción ha sido nunca de mi agrado. Debería de justificar esa afirmación, o al menos maquillarla, porque me quedo bastante nazi. De de la ciencia ficción surgen multitud de ramificaciones, de las que únicamente me repelen la ciencia ficción más dura, la enfocada a los viajes espaciales en un futuro muy lejano, o en los que la humanidad ha colonizado mundos enteros y está integrada con mayor o menor éxito a una sociedad extraterrestre galáctica (¡El imperio!). Así, sagas como Star Wars o Star Trek, o todo lo que empiece con un Star nunca me ha gustado, aunque actualmente intento adentrarme más en esos géneros y, de momento, la saga de videojuegos Mass Effect me ha sorprendido muy gratamente. Es de las pocas veces que he visto un universo tan atractivo y bien construido. Lo que quería decir antes de irme por las ramas –como siempre- es que ciertos sub-géneros, como el distopico o el retrofuturismo clásico, siempre me han llamado la atención, sobre todo el steampunk, cuya estética me fascinó desde que la descubrí de pequeño, aun cuando desconocía el nombre en su momento, en unas recreativas paleozoicas que había al lado del único cine de mi ciudad. Eran unas arcades de cazar monstruos marinos, en pleno siglo XIX, con propulsores-lanzarpones, globos aerostáticos y unas clásicas escafandras de caucho y bronce con engranajes y tubos de latón (durante el juego ibas nadando, y eso debía de flotar de la ostia, vaya).  Aun siendo una recreativa bastante tonta, su estilo me llamo tan poderosamente la atención que no pare hasta encontrar una forma de llamar a esa desconocida estética. Casi diez años tuvieron que pasar, pero al final la encontré: Steampunk.
No pretendo plasmar aquí un enciclopédico artículo lleno de fechas, pautas y estudios sociológicos de cómo ha influido en la actualidad ni nada parecido. Solo pretendo, humildemente, hacer una ligera aproximación y transmitiros el entusiasmo que me produce este género que, a mi parecer, merece mayor popularidad. Tampoco pretendo profundizar en la trama de ninguna de las obras mencionadas: solo me centrare única y exclusivamente en su estética.

El toque cyborg que no falte
No se como podían embutirse en esas cosas...
El steampunk es un sub-genero retrofuturista, ambientado a finales de un siglo XIX ucronico, en donde la segunda revolución industrial siguió un camino diferente y la tecnología del vapor sustituyo a la electricidad; aunque pueden a ver excepciones, la característica principal del genero se basa más en la época en que este se ubica que en la fuente de energía utilizada. Nos encontramos en una sociedad victoriana o eduardiana, de finales del XIX a principios del XX, muy avanzada tecnológicamente pero con ese toque de sofisticada antigüedad que solo los trajes, chisteras y savoir-faire británico pueden dar. Los zepelines surcan los cielos, las locomotoras y los cabrioles son los usuales métodos de locomoción y las fabricas se convierten en bosques de tuberías y engranajes laberinticos que emponzoñan la atmosfera con una clásica niebla londinense. Los ciudadanos de esta sociedad conviven con normalidad con avances tecnológicos del siglo XX o XXI, pero siempre manteniendo un estilo marcadamente decimonónico en lo estético y lo moral, y esto se aprecia sobretodo en la moda, donde tecnología y encajes se unen creando un llamativo vestuario en los que predominan chalecos, levitas, corsés, faldas abultadas, relojes de cadena, gafas de piloto y mucha chapa.

Aunque la palabra Steampunk surgió para dar nombre al género retrofuturista en los 80’s, muchos de vosotros habréis pensado inmediatamente en las obras de “ciencia-ficción” de Verne  o H.G Wells.  No es extraño que notar las influencias. El steampunk bebe mucho del positivismo científico de la obra de Verne, claro reflejo de la sociedad de su época,  en que imperaba un sentimiento de que el ser humano siempre será capaz de avanzar indefinidamente, y que este progreso solo traerá felicidad y servirá para ayudar al desarrollo de la sociedad.  Wells, en cambio, fue mucho más realista al hablar de las consecuencias de este progreso, a Verne le hizo falta quedarse ciego y un disparo para darse cuenta de cuan frágil es la bondad del hombre. Obviamente, el steampunk lo vemos reflejado en sus inventos y creaciones, increíblemente avanzadas para su época, como el Nautilus, el submarino y nave insignia del capitán Nemo, el improvisado cohete de De la Tierra a la Luna, el Albatros de Robur (en la reseña anterior hay fotos de la nave), las más desconocidas FranceVille y Stahldstadt, o la personal visión de la capital francesa en Paris del siglo XX; incluso podemos encontrar steampunk en el diseño de los trípodes de la guerra de los mundos.
¡Marcianos!
Stahldstadt, la ciudad del acero


Que ilustraciones mas chulas tenían las novelas de Verne
Como he dicho antes, el género se consolido con nombre propio en los 80’s, y el creador del término fue K. W Jeter, escritor de ciencia ficción británico. Este, en su afán por clasificar las nuevas obras retrofuturisticas de la época, de estética muy similar, entre ellas la suya misma, clasificó el sub-genero y universalizó algunas de sus características: el uso de figuras reales y universos literarios victorianos, como Wells, Verne o Mary Shelley; el uso del viaje en el tiempo, y usar problemas sociales de la época para aplicarlos a la nuestra (racismo, pobreza, clasismo, la era victoriana no es muy diferente a la actual, por eso resulta tan versátil). Como ejemplo de este nacimiento podríamos citar Las puertas de Anubis, de Tim Powers,  o Morlock Nights, de K.W Jeter, donde los protagonistas son las criaturas monstruosas de La máquina del tiempo, de Wells.  

Actualmente, el género ha transcendido la literatura hasta convertirse en parte de nuestra cultura popular; ahora podemos ver a fanáticos del género con suntuosas galas retrofuturistas en convenciones, algunos con más éxito que otros, y maravillosas artistas gráficos que han explotado al máximo las posibilidades del sub-genero, dotándolo de una frescura y una originalidad única. La creatividad y libertades que ofrece se han visto en películas, series, comics y videojuegos. La liga de los hombres extraordinarios, comics y película (si olvidamos sus relaciones con el comic la película tiene un diseño steampunk muy vistoso), algunas obras de Miyazaki, como el Castillo ambulante o el Castillo en el cielo, o Steam boy son muy buenos ejemplos del sub-genero en el cine. No obstante, aun siendo el medio donde podría brillar mas esta estética, es en mi opinión en el que menos se explotan sus posibilidades, quedando siempre muy comedido; aunque entiendo el porqué,  los excesos del genero deben ser difíciles de manejar a la hora de redactar un presupuesto.
Portada de la liga de los blablablah

El Nautilus salido de las profundidades de R'Lyeh

Mención aparte merecen los videojuegos, o mejor dicho, el videojuego. Me refiero a la trilogía Bioshock, en particular, al Bioshock Infinite, su tercera entrega, pues los primeros dos juegos se adscribirían mejor al dieselpunk, ambientado en los 30-50, con estética más noir. En Infinite, toda la estética se aprovecha con tal fastuosidad e inteligencia que podría considerarse una obra de arte. Qué coño, quítale el podría: es una obra de arte. Desde la ciudad, Columbia, representación distopica del americanismo republicano más intransigente y fanático, pasando por el diseño de vehículos, zepelines en su mayor parte y carros tirados por autómatas con forma de caballo, hasta el diseño de edificios, habitantes, decorados. He olvidado mencionar que Columbia es una ciudad suspendida en el cielo, con capacidad para maniobrar a su gusto y dirigirse donde quiere. 

Columbia, en todo su esplendor
Aprovecho para recomendar como conclusión  a aquellos que gusten de la estética steampunk y de la animación en 2D un proyecto independiente realizado por ex-animadores de Disney. Se llama Hullabaloo, y buscan el apoyo de toda alma generosa que decida aportar su granito de arena con un donativo, aunque sea humilde: https://www.indiegogo.com/projects/hullabaloo-steampunk-animated-film




Jules Verne: Robur el Conquistador

Anda que no se hace raro llamarle Jules
y no Julio
Leí este libro en plena fiebre steampunk -que aun me dura, así que esta sera la primera de muchas reseñas de estetica similar-. Desde chiquitín sentí fascinación por Julio Verne, mi eterno tocayo: sus inventos adelantados a su tiempo, sus aventuras frenéticas, sus personajes rebeldes y misteriosos, sus parajes de fantasía antediluviana. Si, me gustaba Julio Verne, y me he leído un buen tochete de su obra, que van desde maravillas conocidas por todos a horrendos pastiches de si mismo, pero es lo que ocurre al tener mas de setenta novelas a tus espaldas.

Y, ¿Que es Robur el Conquistador? Robur es una novela de anticipacion, un romance científico, como gustaba llamarlas su autor, una aventura cuyo protagonista es una maquina asombrosa que choca contra todo lo creado en 1870, y muchas decadas despues, al estilo de 20.000 leguas de viaje submarino o De la tierra a la luna, guardando mucha relación con la primera que la segunda.
En el Club Aeronautico de Filadelfia se presenta un extranjero, Robur, que se hace llamar el conquistador, desafiando a todos los presentas: ha creado un dispositivo volador mas pesado que el aire, y para ganarse la seriedad de todos los allí presentes en concreto, y darle un escarmiento a la humanidad, en general, secuestra al presidente del Club, Uncle Prudent, al criado de este de rebote, y a su secretario, Jude Evans.
Robur el Conquistador se erige como un remedo de Nemo: ingeniero renegado, sin tierra, capitán de una nave excepcional, con muy mala uva e idéntico poco sentido del humor y un sentido moral digamoslo, ambiguo. Su creación, el Albatros, un excepcional buque volador de 74 helices, monstruosamente grande y monstruosamente poderoso. Los demás personajes, bueno, podríamos decir que están, porque no tienen ninguna clase de desarrollo, y si no fuera porque nos indican quien habla en los diálogos podríamos pensar que son uno solo. Pero ¿Y a quien le importa eso? !Tenemos al Albatros y a Robur¡ ellos son los verdaderos protagonistas de la historia.
El Albatros, en todo su añejo y rancio esplendor


Que hablando de Roma... la historia. La trama es un recorrido en el Albatros alrededor del mundo que se desarrolla como es propio en Verne, de forma rápida, trepidante, con momentos de calma en los que el autor exhibe sin amor sus enciclopédicos conocimientos del recorrido, ademas de datos geográficos que ahogarían a un topografo y datos científicos que, actualmente, descojonarian a un ingeniero -dicho desde el infinito amor que profeso al autor-. Por debajo del Albatros podremos ver de todo: los hielos de la Antartida, las exóticas ciudades chinas, los inexplorados desiertos de África gobernados por belicosos reyes, las extensas planicies americanas...
En conclusión, Robur el conquistador es una novela de aventuras verniana al uso; si te gusta el estilo y el genero, y puedes perdonarle la infinidad de paralelismos con 20.000 leguas, la disfrutaras. Si no, piensa que has podido ver al menos el Albatros, que mola un huevo...
Robur dominando el mundo, muy grande
Por cortesia de Oxothuk, sus dibujos en estilo comic son geniales





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