Míralos que monos, bailando |
Una vez un amigo de mis padres, natural de Francia, me describió a Anatole France como el mejor narrador en francés, por su concisión y sencillez del lenguaje sin abandonar nunca el cuidado y el esmero del mas avezado narrador. Esta afirmación nunca la he probado, no tengo tanto nivel de la lengua gala; pero podríamos decir que esta novela ejemplifica muy bien esto, pues con muy poco es capaz de contarnos toda la historia de la humanidad -y la de Francia, en particular- en muy pocas paginas. Y es que este libro es básicamente eso... pero con pinguinos. Partiendo del relato de un santo perdido en tierras polares -ignoremos la errónea localización- que decidió, siguiendo su labor religiosa, bautizar a todo pájaro viviente del iceberg, cada etapa de la convulsa historia de la humanidad se muestra ante nuestros: desde el medievo, hasta la modernidad, pasando por la Ilustración y las crisis religiosas, incluso mostrándonos algo de lo que sera nuestro futuro si seguimos con esta forma de vida. Toda la obra se construye a traves de anecdotas que reflejan una determinada época histórica, tomando unos personajes para cada una de ella, pero sin llegar a profundizar en ninguno de ellos.
Los pinguinos son el vivo retrato del ser humano, con defectos y virtudes idénticas, con afán por el progreso e irracional instinto de autodestrucción; todos los errores que hemos cometido a lo largo de nuestro paso por el planeta son cometidos por las aves. Los conflictos religiosos, las revoluciones, la democracia, el despotismo, las guerras, todo es narrado por Anatole France con un humor sarcástico, casi cínico, y siempre teniendo como ejemplo -malo- a Francia, echándole en cara todos los errores que ha cometido. Se nota mucho las ideas socialistas del autor, muchas veces apocadas por el desencanto y el escepticismo.
Cuantas mujeres habrán caído bajo el atractante de semejante mostacho |
¡A bautizarse! ¡Vamos! |