El nombre de la rosa nos cuenta la historia de un manuscrito transcrito de otro firmado por un monje franciscano -¡Olé!-, Adso de Melk, que nos narra los misteriosos sucesos que ocurrieron en una abadía perdida en las montañas italianas junto a su mentor Sean Connery, perdón, Guillermo de Baskerville. Acompañado por su maestro, un inteligente monje apasionado por la lógica y la deducción, se dedicaran a resolver unos intrincados asesinatos que están sacudiendo a la abadía en el peor momento posible, justo cuando es sede de un acalorado debate entre franciscanos y dominicos que decidirá el devenir de la iglesia católica en los próximos siglos.
Cartel de la película, con Sean Connery, su barba, sus profundos ojos oscuros... ¡NO SOY GAAAY! |
Nos encontramos, en primera instancia, ante una novela detectivesca, casi podría decirse que, cronológicamente hablando en ámbitos intrahistoricos, del primer detective de la literatura. Podemos apreciarlo por el holmesiano apellido del monje franciscano. También es una novela histórica, pues retrata un episodio de la Edad Media teologicamente convulso, y lo hace con una exactitud y precisión casi académica. Así, tenemos ya dos lecturas, una novela de aventuras, con un misterio atrayente y fácil de seguir, y una historia mas profunda repleta de simbologia y citas latinas. Sea cual sea la lectura que realicemos, el resultado siempre sera satisfactorio, tanto para el lector ávido de entretenimiento como para el mas exigente -ambas posiciones respecto a la lecturas son igual de correctas-.
La novela tiene mas de 700 paginas, lo que permite correcto desarrollo de los personajes, sobretodo de Adso, en plena y boyante adolescencia, con todo lo que ello conlleva para un joven mojen. Guillermo nos fascina desde la primera deducción, y sin llegar al nivel de excentricidad del detective de Baker Street, si que es igual de carismático. Los otros monjes de la abadía, los copistas, el abad, los inquisidores... todos tienen una presencia palpable en la historia, mucho mas profunda que la de potenciales victimas de un despiadado asesino.
El libro me lo ventile en una tarde y mas o menos en este estado |
Al principio de la reseña he dicho que hablar de El nombre de la rosa es hablar de libros, pero debería matizar: hablar de El nombre de la rosa es hablar del amor por los libros. Y esto es algo que Umberto Eco muestra en cada párrafo, una profunda pasión por el arte de narrar, por el conocimiento, y por el libro como objeto. La escena final, es la mayor prueba de esta amor, pues el lector siente tristeza por lo que esta leyendo, genuina tristeza, y esta sensación muy pocos libros han logrado plasmarla; quizá Fahrenheit 451, aunque esta distopia produce mas terror que tristeza por el mismo motivo.
Como conclusión me gustaría, aunque creo que por mi vehemencia no es necesario, recalcar que la novela de Umberto Eco es una de mis favoritas, y que soy capaz de disfrutarla tanto como novela como por la adaptación cinematográfica de Jean-Jacques Annaud del 86. Ambas son igualmente recomendables y podeis disfrutarla sin miedo de las dos formas, y os recomiendo encarecidamente que lo hagais... que coño, os lo ordeno: ¡leed esta maravilla! ¡U os robo el perro!
A Romualdo no le gusto el libro. Me vi en la necesidad de discrepar... |
No hay comentarios:
Publicar un comentario